En los años sesenta se cocinaba con leña y con carbón. Nuestras casas tenían enormes estufas de extensas parrillas con sus hornillas, calentador de agua y horno.
En el barrio existían varios expendios de leña y de carbón, tanto vegetal y mineral. Depósitos en donde vendían por cualquier cantidad, generalmente por pesados bultos. O simplemente se podía comprar una determinada cantidad pesada en una romana, que era una pesa suspendida por un lazo de acero y sobre una milimétrica barra metálica se ponía una pesada pesa de hierro fundido en forma de pera y en un lado iba un gran gancho metálico que sostenía el costal con la cantidad a pesar. Se llevaban estos bultos en carretilla hasta la casa. Casi siempre el depósito facilitaba la carretilla en calidad de préstamo. Poco a poco fueron desapareciendo estas magníficas estufas que ocupaban una gran parte de la cocina y calentaban agradablemente toda la casa.
FIN DE LA SEGUNDA PARTE
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